Hace unos meses elegí saltar desde un precipicio al abismo. Salté desde tan alto, que me quedaba algunos segundos parada en alguna nube, siempre pensando que no estaba cayendo, sino que estaba saltando.
Y hace unos días toqué la tierra de nuevo, dejé de caer o saltar entre nubes y toqué el suelo, me dí cuenta de que yo me había ausentado, pero que la vida seguía ahí abajo. Que la plenitud que creía vivir durante estos meses era un sueño a medias, no fue una mentira porque la experimenté, pero tampoco era del todo real.
La realidad se alimentaba de menos alegría, de más mentiras y sobre todo, no había claridad. No hacía falta, todo se oscurecía y las sonrisas desaparecían, no había revolución sino resignación.
Aterricé rompiéndome algunas costillas que llegaron a tocar mi corazón, que encogieron mi alma. Aún así, con confianza, humildad y alegría todo tiene que pasar, sólo necesito valentía para hacer la paz y no la guerra.
Buenas tardes,
No pienso dar la espalda a todo lo que viene, pero espero que el perdón aparezca pronto.
